A principios del mes de Abril, mis compañeros de la Tesorería General de la Seguridad Social, me pidieron ayuda para impartir un curso de Administración Electrónica a un equipo de personas del cliente.
La primera vez que me hablaron del curso me sugirieron que lo enfocase hacia mi experiencia en el despliegue de proyectos en este ámbito, y tras reflexionar unos días sobre el tema, llegué a un enfoque concreto para mi presentación: «Administración Electrónica: pasado, presente y futuro.»
Desde el primer momento tuve claro que quería hacer algo diferente, algo distinto a lo que suelo hacer en el día a día, algo fresco, divertido, que llamase la atención, pero que al mismo tiempo dijese cosas. Y bueno… creo que finalmente lo conseguí, o al menos eso creo, porque de lo que sí estoy seguro es de que no dejé a nadie indiferente.
Más allá de la presentación, que por supuesto no es lo más importante, y que por primera vez en mi vida, con algo de miedo he subido a Slideshare, quiero aprovechar este Post para contaros algunos de los mensajes fuerza que conté allí.
Empecé hablando de la ley 11/2007 y con ganas de provocar dije: «yo odio la ley 11/2007 y odio las sedes electrónica», a lo que en esta entrada añado: «también odio los certificados digitales», y aunque en cierta medida estas afirmaciones no son del todo ciertas, un poco sí lo son. La ley 11/2007, ha sido y es una de las leyes más importantes y que mayor repercusión han tenido en nuestras Administraciones Públicas en los últimos 10 años. Gracias a ella, se dió un salto gigante en la transformación de las relaciones con el ciudadano para hacer posible una relación por medios electrónicos. Pero en paralelo a los enormes beneficios también tuvo algunos efectos maliciosos, provocó una carrera loca, como en el salvaje oeste, cuando los colonos competían por clavar la bandera en un trozo de tierra para hacerlo suyo, para crear allí su hogar. Todo el mundo se puso a correr, a desarrollar servicios electrónicos y sedes electrónicas, y se invirtió un montón de recursos y de esfuerzo en cumplir los objetivos que marcaba la ley, como resultado tenemos plataformas duplicadas, servicios idénticos desarrollados cientos de veces, en definitiva, poca eficiencia.
Además, la ley dejó de lado al que desde mi punto de vista es el factor clave para lograr la transformación de la Administración, las aplicaciones de gestión interna. La realidad es que la tramitación de un expediente administrativo consume entre un 10 y un 20% de los recursos en la interacción con el ciudadano y entre un 80 y un 90% en la tramitación interna requerida para la resolución, y el resultado es que hay Administraciones que tienen un 100% de sus tramites iniciables por medios electrónicos y un 100% de los trámites tramitados internamente en papel y debidamente clasificados en AZs, los de toda la vida.
Algunas de las reflexiones que introduje en mi charla hablando de lecciones aprendidas en el desarrollo de proyectos de eAdministración son:
- Las cosas no se usan simplemente por estar en marcha, las Administraciones están llenas de servicios electrónicos que no se están utilizando, de hecho la tasa media de uso de los servicios electrónicos en nuestras Administraciones Públicas se situa en un increible 2%. Los motivos son varios, pero uno fundamental es que en muchas ocasiones la gente no sabe que existen los servicios.
- Merece la pena invertir en el desarrollo de componentes reutilizables, muchas veces nos ponemos a hacer las cosas a lo loco, sin pensar en si lo que estamos haciendo se podría reutilizar o no, y tomando decisiones en base al coste sin tener en cuenta que muchas veces la opción más barata, a la larga, es la más cara.
- Sólo tiene sentido invertir en un 5-10% de los trámites, para el resto apliquemos el servicio electrónico universal, un servicio que permita tramitar la totalidad de los trámites, asumiendo que la parte específica y personal de cada uno de ellos se va a incorporar como información no estructurada.
- Los trámites estrella de la mayoría de las Administraciones son trámites que no requieren certificado digital. Enterémonos ya, el certificado es una barrera para el uso y el valor que aporta desde el punto de vista de la seguridad no compensa ni de lejos la pérdida de valor que supone el no uso de los servicios electrónicos. ¿Por qué para tramitar con mi banco y transferir mi dinero no me piden un certificado digital y para pedir un certificado de empadronamiento sí?. Sinceramente, no lo entiendo.
- Caminante se hace camino al andar. La Administración está llena de proyectos y aplicaciones que no llegaron a ver la luz, que no llegaron a arrancar, en ocasiones porque cuando fueron a hacerlo ya no tenían sentido. Aplicaciones que sufrieron n-mil revisiones, n-mil cambios, que buscaban la perfección antes del arranque. Yo aquí siempre digo lo mismo, arráncalo y luego lo cambias todo lo que quieras, introduces novedades, mejoras, cambios visuales, lo que te de la gana, de esa forma además el ciudadano percebirá el cambio, la mejora, la constante evolución.
Y cuando hablé de hacia donde vamos, por supuesto hablé de movilidad, hablé de open government, hablé de un mundo digital que se entremezcla con el mundo físico, y dejé volar un poco la imaginación.
Resumiendo, creo que tanto para mi como para los que allí estuvieron fue una experiencia tremendamente positiva, y por este motivo concluyo dándole las gracias a todos ellos, fue un aunténtico placer poder estar allí y hablar durante una hora con todos vosotros.