Mes: noviembre 2015

IoT y la conquista del salvaje oeste

IoT-Graphic

Lo reconozco me encantan las películas del oeste, son junto con mi pasión por el Atlético de Madrid, las dos grandes aficiones que he heredado de mi padre. Y cuando pienso en las películas del oeste, la escena por excelencia es esa en la que los colonos montados en sus carretas y portando una bandera  con su nombre, emprenden una carrera desesperada, hasta llegar a su trozo de tierra prometida donde clavan firmemente la bandera y dicen: «¡Mía!, ¡aquí será donde comience mi nueva vida, sobre esta tierra edificaré mi nuevo hogar!».

Pues bien, el mundo de Internet of Things y la conquista del salvaje oeste tienen muchas cosas en común, pero antes de nada empecemos por aclarar de qué estamos hablando cuando hablamos de IoT, porque aunque parezca de cajón, ese debería ser nuestro punto de partida.

Hablamos de IoT cuando hablamos de desarrollar oportunidades sobre la base de elementos físicos que tradicionalmente no han estado conectados a Internet y que con la ayuda de dispositivos pasan a estar conectados a la red. La mera conexión de estos dispositivos abre ante nosotros todo un mundo de nuevas posibilidades, un mundo en el que podemos maximizar el valor de la información haciendo uso de modelos analíticos que nos ayuden a definir nuevos servicios, aplicaciones o productos de enorme valor para el cliente final.

Partiendo de este principio, IoT y el salvaje oeste se parecen en muchos aspectos:

  • En ambos casos hablamos de una tierra o un espacio de enormes posibilidades, con gran potencial, infinitos recursos y donde está todo por hacer.
  • En ambos casos, los colonos, los que aspiran a conquistar una porción de tierra, son todos iguales, no importa su procedencia ni su clase social, si corren más que los demás, llegan los primeros y clavan su bandera habrán conquistado un espacio en el que construir su hogar, en el caso de los emprendedores su negocio.
  • En ambos casos todo está por hacer, no hay ciudades, ni infraestructuras, ni leyes, ni autoridades, es algo que los propios colonos deberán crear como un paso necesario para construir sus hogares, en IoT no hay estándares, ni infraestructuras, ni protocolos, es una industria en la que está todo por definir y son las propias empresas las que intentan definir esas reglas que ayuden a convivir de una forma «civilizada» en un nuevo entorno 100% digital.
  • En ambos casos ser el primero importa, y te da una ventaja relevante sobre los demás, pero eso no es siempre una garantía de éxito, es un buen primer paso, luego hay que cultivar la tierra, trabajar duro y cruzar los dedos para tener éxito, en el caso de IoT hay que hacer las cosas bien, diferenciarse de posibles competidores, generar una oferta de valor diferencial para los clientes, maximizar la experiencia de usuario y de igual forma cruzar los dedos, en muchos casos hablamos de servicios tan nuevos que es un misterio saber cómo los va a recibir el mercado, si esta preparado para ellos o no.

Con todo esto encima de la mesa, emprender un proyecto de IoT es siempre una aventura, un camino que sabes dónde va a empezar, pero no siempre cómo y donde va a acabar, y es por ello que hay que estar preparado para enfrentarse a obstáculos imprevistos, hacer giros no previstos y tomar decisiones de forma ágil y rápida para lograr sobrevivir.

Pero con todo y con eso, merece la pena intentarlo, IoT es la tierra de las oportunidades, donde cualquiera puede triunfar, un nuevo mundo con todo por hacer, donde cualquiera puede hacer realidad el sueño y hacerse «multimillonario», sólo hace falta tener agallas, estar lo más cerca posible de los clientes, conocerles bien y pensar de forma disruptiva. Lo demás vendrá de la mano.

Coches conectados, ciudades conectadas, casas conectadas, personas conectadas, industrias conectadas y sobre la base de todo ello una nueva experiencia de usuario 100% digital, más simple, más ubicua, de más valor, esto no ha hecho nada más que empezar, las posibilidades son infinitas y el disparo se acaba de producir, veremos a donde llegan los colonos en su carrera con sus banderas.

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