Hoy 7 de Febrero de 2019, me atrevo a decir, sin lugar a equivocarme, que no existe ninguna empresa tradicional, entendida ésta como una empresa que no opera o existe en el ámbito digital, que no sea plenamente consciente de la necesidad de emprender un viaje, en muchos casos hacia lo desconocido, que le permita convertirse en una empresa que también sea digital.
Por poner un ejemplo, aprovechando el protagonismo y la relevancia que le ha dado su huelga, podríamos hablar del sector del taxi, y de cómo una industria tradicional, muy regulada y que lleva operando muchos años, se ha visto totalmente superada por una empresa, o mejor dichas varias, que nacieron en el ámbito digital (Uber, Cabify, car2go, Muving, Lime, la lista es infinita…) y que claramente están teniendo un impacto alto en una industria: la de la movilidad en las ciudades, donde hace 4-5 años, sólo operaban, en modo monopolio, los transportes públicos y los taxis.
Resultado: merma de ingresos y riesgo de desaparición de una empresa tradicional (en este caso el taxi), a manos de un grupo de empresas, que apoyadas en las capacidades que ofrece la tecnología, lanzan un servicio sustitutivo, con un nuevo modelo de negocio, que rompe con el equilibrio del sector.
Sin entrar a valorar la justicia o no de las reivindicaciones que plantean y que les han llevado a hacer esta huelga, hay una cosa de la que estoy 100% seguro, la huelga no es la solución. No lo es porque el efecto rebote que la huelga tiene en el usuario final, que lo quieran o no, va a ser el responsable último de consumir un servicio u otro, tiene un efecto muy paradójico y muy fácil de entender, ¿cuántas personas que no habían usado nunca los servicio de Uber o Cabify los probaron durante el periodo de huelga?¿Cuántos de los que los probaron los seguirán consumiendo una vez finalice la huelga?
Algunos se llevarán a engaño y pensarán que el efecto que han conseguido en Barcelona, con una sobre regulación por parte de la administración que ha llevado a la desaparición del servicio es un éxito, pero eso es sólo una solución temporal, porque hoy el frente lo tienen abierto contra las VTC, pero estoy seguro de que en muy poco tiempo su problema serán los coches sin conductor, y cuando eso ocurra, no habrá gobierno que regule en contra de un avance que a buen seguro transformará nuestras vidas.
Así es que si yo fuese ellos, mi foco no estaría puesto en la adopción de medidas proteccionistas por parte de las administraciones que regulan. Mi foco estaría puesto en sus clientes: los ciudadanos, y en cómo poder prestarles servicios de más valor añadido, que les hagan percibir los taxis como un servicio premium y especial, que les aporta un valor adicional, no recibido por otros medios. Y para este fin, como para muchos otros, la tecnología es un facilitador.
Con todo, creo que ya no existe ninguna empresa tradicional que no sea consciente, de que en caso de no cambiar nada, y seguir operando de la misma forma que operaba hace 20 años, no tenga un riesgo real, de que mañana surja una startup llamada spotify, uber, idealista, airbnb, netflix o similar, capaz de entrar desde cero en su sector, y hacer que en unos pocos meses cambie todo.
Y si alguien tiene alguna duda, que mire a los casos de Nokia, Kodak o Blockbuster, todas ellas multinacionales, con muchos años y éxitos de historia, que sucumbieron ante una disrupción digital de un sector.
Pero ojo, que todas estas son multinacionales, y hay quien podría creer que mi pequeño negocio de barrio no es para nada comparable, y el riesgo no es tal, pero la realidad es que no es así.
Por mi trabajo, tengo la enorme fortuna de trabajar con muchas multinacionales, que avanzan de forma decidida por el camino de la transformación digital: bancos, empresas de energía, fabricantes de productos de todo tipo, aseguradoras, hospitales, distribuidores, todos han iniciado en mayor o menor medida un camino hacia alguna parte, en muchos casos no del todo conocida, con el objetivo de no descolgarse y seguir en la brecha de un mundo y de unos clientes que son cada vez más digitales.
Pero cuando salgo de mi trabajo soy un ciudadano normal, uno de los muchos que compra en el mercado de su barrio la carne, el pescado y la verdura, soy uno de los que se corta el pelo, de los que se toma una cerveza, de los que coge un taxi, un Uber o un Muving para ir a ver a sus amigos al otro lado de la ciudad, soy de los que les gusta viajar en vacaciones, disfrutar de una buena comida con un buen vino, de los que consume ocio con los niños, soy uno de los que de vez en cuando tiene que ir a la farmacia, de los que lleva las americanas al tinte, de los que busca una cuidadora para casa o un sitio al que acudir para celebrar un cumpleaños, en definitiva, uno más.
Y todo eso lo hago como lo hago porque no hay otra opción, porque hace 15 años, yo era de los que tenía un nokia, alquilaba películas en el blockbuster, adoraba mi kodak reflex, y sufría a algunos taxistas, que se empeñaban en ignorar al cliente, dándole un pésimo servicio, e incluso en algunos casos, engañándole. Pero ahora tengo un iphone, veo las películas en netflix, en HFO o en movistar+, he sucumbido a una maravillosa e increíble canon digital, y aunque sigo cogiendo algún que otro taxi, lo alterno con Uber o con Cabify.
Si mañana hubiese un robot capaz de cortarme el pelo, y Mikel no fuese Mikel lo probaría, si el pescado, la carne y la verdura que a día de hoy compro en el mercado, estuviese disponible con la misma calidad y mejor precio en Amazon lo probaría, si en lugar de tener que llevar la americana al tinte, hubiese un glovo del tinte, que me recogiese mi americana de casa y me diese la opción de pagar x euros más en caso de urgencia por un servicio rápido, lo pagaría, si existiese un uber de cuidadoras y cámaras para poder ver en tiempo real lo que pasa en mi casa lo probaría, y si existiese un servicio de farmacia en casa, que me trajese los medicamentos con un drone, en lugar de hacerme ir a la farmacia de guardia a las 2:00, lo probaría también.
Resumiendo, que nadie está a salvo, y cuando digo nadie es nadie. Hace 20 años yo no tenía móvil, no digo smartphone, digo móvil, mi tele era un cajón, llamaba por teléfono al hotel para hacer una reserva y les daba mi tarjeta, no tenía internet en casa, leía libros en papel, que compraba en la casa del libro y no había posibilidad de hacer la compra por internet.
A los hechos me remito… y para concluir esta entrada dejo aquí un vídeo de un servicio que es una broma de Google sobre una bicicleta auto controlada, que estoy seguro, en no tanto tiempo será una realidad…